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August 6, 2012

Conan Red Nails - Barry Windsor-Smith



Considered one of Robert E. Howard’s greatest Conan novellas, Red Nails was first published in 1936. Decades later, Roy Thomas decided to make a comic book adaptation. And Barry Windsor-Smith was the perfect artist for it. Published in Savage Tales # 1 & 2, Red Nails run from May 1971 to October 1973. 

In over two years, Barry Windsor-Smith completed what I personally consider one of his most beautiful and breathtaking works to date. Just as this was Robert E. Howard’s final novel about the Cimmerian, this was also the British artist’s final work for the character. This time, one of the protagonists is Valeria, one of Conan’s love interests. Whereas Bêlit had black hair as dark as the night and Red Sonja had crimson hair Valeria, is the warrior of the golden locks. As Valeria wanders in the midst of a mysterious and isolated region, she soon makes a startling discovery.


“Dismounting, she poses with unconscious picturesqueness. She should be framed against a background of sea clouds, painted masts, and wheeling gulls… for there is the color of the sea in the eyes of Valeria of the Red Brotherhood”. A clean skeleton and the almost inaudible presence of the young barbarian force her to react. After struggling against a dragon of red scales, they stumble upon a fortress totally built with precious jade. Unable to steal an entire castle, thousands of tons of jade must remain in this forsaken place, but as Conan and Valeria explore more of the city, they run into two decadent civilizations at war. The city guards a secret that the adventurers must unravel if they want to see the day of light again.

The first page is more than enough to make us realize the extraordinary talent of Barry Windsor-Smith, it’s slightly reminiscent of the work of geniuses such as Leonardo da Vinci and Raffaello Sanzio. I find it particularly evocative of Leonardo’s red chalk drawings and Raffaello’s engravings. In the next page, we can appreciate the exquisiteness of the skeleton, akin to Leonardo da Vinci’s studies on the human body. But if we pay attention to Valeria’s physiognomy, we will identify some of the artistic virtues of Michelangelo Buonarroti, as can be seen in the drawing of “The Libyan Sybil”, muscles and feminine grace converge in the warrior of the golden hair (coincidentally, Valeria’s face is a bit similar to Sandro Botticelli's Madonnas).


In the next page, the dragon with the red scales has the qualities of a dinosaur and yet, there is something alien about this violent monster. It reminds me of the ink drawings by Albrecht Dürer of rhinoceros and other savage animals, as well as some of Dürer’s silverpoint illustrations. The first panel of this page is also an example of composition, the perspective game begins with the red fruits literally bleeding, and then we get to see Conan brutally attacking the dragon and making the beast bleed. This naturalistic setting perhaps pays homage to the paintings of Hieronymus Bosch. In the next page, Conan and Valeria admire the jade castle; the architectural design is glorious: tall buildings under a dark ceiling and one or two bridges above the abyss. Every tile, every window, every stair has been carefully portrayed by the British artist. In this astonishing setting, the bodies of Conan and Valeria seem to stand still, as if they were in shock, immobile but alive, which is the same feeling one would have in front of the statues of Donatello (the bronze “David”) or Benvenuto Cellini (“Perseus with the Head of Medusa”).


In the next page, a glowing skeleton reminds us again of Da Vinci’s studies, but the fantastic portray of an anonymous savage makes me remember Titian’s “The Flaying of Marsyas” as well as some of the anatomy experimentations done by El Greco. In the next page we have a battle that today would be presented in a double page spread, but here it barely takes half a page. With over 20 people, alive or dead, on the scene, Barry’s dominion over perspective and composition is absolute. This image is as epic as Dürer's “The Four Riders of the Apocalypse”, Francisco de Goya's “Yard with Lunatics” or Rembrandt's “The Storm on the Sea of Galilee”.

As an artist, Barry Windsor-Smith synthetizes the history of western art, and so after the Renaissance and the Mannerism, we also have elements influenced by Baroque and Romantic periods. The severed heads of dozens of men is a dramatic illustration, as intense as Caravaggio's “Judith Beheading Holofernes” or “David with the Head of Goliath”. The inhuman deformity of Tolkemec in the next page is unforgettable. This ugliness, however, could never be found in the Renaissance era. Barry Windsor-Smith smudges the lines that divide our face from the rest of our body and in doing so creates a truly horrendous character.


The pages of Barry Windsor-Smith are highly detailed and yet very dynamic, they’re strong and vivid, they convey violence or calm depending on the scene. No wonder why I consider Barry as the best artist of the 70s. And, as I have often said, if I ever make a top 5 of my favorite artists Barry would be high on the list.


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Considerada como una de las mejores novelas breves de Robert E Howard, “Clavos Rojos” fue publicada por primera vez en 1936. Décadas después, Roy Thomas decidió hacer la adaptación al cómic. Y Barry Windsor-Smith era el artista perfecto. Clavos Rojos se publicó en los números 1 y 2 de "Savage Tales", desde mayo de 1971 hasta octubre de 1973.

En más de dos años, Barry Windsor-Smith completó lo que considero personalmente uno de sus más hermosas y espectaculares obras hasta la fecha. Así como este fue el último libro de Robert E. Howard sobre el cimerio, este también fue el último trabajo que realizaba el artista británico con este personaje. Esta vez, una de las protagonistas es Valeria, uno de los intereses amorosos de Conan. Mientras Bêlit tenía un pelo tan negro como la noche, y Red Sonja una cabellera escarlata, Valeria es la guerrera de los mechones dorados. Valeria se extravía en una misteriosa y aislada región, y pronto descubre algo extraño.


"Al desmontar, ella posa pintorescamente de manera inconsciente. Debería estar dándole la espalda a las nubes marítimas, los mástiles pintados y el revuelo de las gaviotas... ya que el color del mar está en los ojos de Valeria, de la Hermandad Roja". Un esqueleto limpio y la casi inaudible presencia del joven bárbaro la obligan a reaccionar. Luego de luchar contra un dragón de escamas rojas, se topan con una fortaleza totalmente construida con jade precioso. Incapaz de robar un castillo entero, las miles de toneladas de jade deben permanecer en este lugar olvidado pero conforme Conan y Valeria exploran la ciudad, encuentran a dos civilizaciones decadentes en guerra. La ciudad encierra un secreto que los aventureros deberán descifrar si es que quieren volver a ver la luz del día.


La primera página es más que suficiente para darnos cuenta del extraordinario talento de Barry Windsor-Smith, es ligeramente reminiscente del trabajo de genios como Leonardo da Vinci y Rafael Sanzio. Evoca particularmente a los dibujos en tiza roja de Leonardo y los grabados de Rafael. En la siguiente página, podemos apreciar la exquisitez del esqueleto, similar a los estudios del cuerpo humano de Leonardo da Vinci. Pero si prestamos atención a la fisionomía de Valeria, identificaremos algunas de las virtudes artísticas de Miguel Ángel Buonarroti, tal como pueden verse en el dibujo de "La Sibila Libia", los músculos y la gracia femenina convergen en la guerrera de pelo dorado (por cierto, el rostro de Valeria se aproxima un poco a las madonas de Sandro Botticelli).


En la siguiente página, el dragón de las escamas rojas tiene las cualidades de un dinosaurio y, no obstante, hay algo alienígeno en este violento monstruo. Me recuerda a los dibujos a tinta de Durero de rinocerontes y otros animales silvestres, así como algunas de sus ilustraciones con punta de plata. La primera viñeta de esta página es también un ejemplo de composición, el juego de perspectivas empieza con los frutos rojos literalmente sangrando, y luego vemos a Conan atacando brutalmente al dragón y haciéndolo sangrar. El escenario naturalista tal vez rinde homenaje a las pinturas de Jerónimo Bosch. En la siguiente página, Conan y Valeria admiran el castillo de jade; el diseño arquitectónico es glorioso: elevadas edificaciones bajo un oscuro techo, y uno o dos puentes que cruzan el abismo. Cada baldosa, cada ventana, cada escalera ha sido cuidadosamente retratada por el artista británico. En este impresionante escenario, los cuerpos de Conan y Valeria parecen estar quietos, como si estuviesen en shock, inmóviles pero vivos, esa es la misma sensación que tendríamos frente a las estatuas de Donatello (el David de bronce) o Benvenuto Cellini (Perseo con la cabeza de Medusa).

En la siguiente página, una calavera luminosa nos recuerda nuevamente los estudios de Da Vinci, pero el fantástico retrato de un salvaje anónimo hace que me acuerde de "El despellejamiento de Marsias" de Tiziano así como algunas experimentaciones anatómicas hechas por El Greco. En la siguiente página, tenemos una batalla que hoy en día sería presentada al menos en dos páginas, aquí ocupa apenas media página. Con más de 20 personas, vivas o muertas, en escena, el dominio de la perspectiva y la composición de Barry es absoluto. Esta imagen es tan épica como los "Cuatro jinetes del apocalipsis" de Durero, "Patio con lunáticos" de Goya o "La tormenta sobre el mar de Galilea" de Rembrandt.


Como artista, Barry Windsor-Smith sintetiza la historia del arte occidental, así que luego del Renacimiento y el Manierismo, también tenemos elementos influenciados por el periodo Barroco y Romántico. Una docena de cabezas cercenadas es una ilustración dramática, tan intensa como la "Decapitación de Judit a manos de Holofernes" o "David con la cabeza de Goliat" de Caravaggio. La inhumana deformación de Tolkemec en las siguientes páginas es inolvidable. Esta fealdad, sin embargo, no podría ser encontrada en la era del Renacimiento. Barry Windsor-Smith difumina las líneas que dividen nuestra cara del resto de nuestro cuerpo y al hacerlo crea un personaje realmente horrendo.

Las páginas de Barry Windsor-Smith son sumamente detalles y, sin embargo, muy dinámicas, son fuertes y vívidas, transmiten violencia o calma dependiendo de la escena. No es extraño que considere a Barry el mejor artista de los 70. Y, como he dicho a menudo, si alguna vez hago mi lista de los 5 mejores artistas Barry estaría entre los primeros puestos.

January 21, 2012

Conan the Barbarian # 16 - Barry Windsor Smith

“The Frost Giant's Daughter” is visual poetry at its purest. Over half a century ago Robert E. Howard wrote a poem about Atali, the fairest child of the snows, the daughter of Ymir, Lord of the Winter, God of the Nordic races.

Roy Thomas adapted this poem as a Conan adventure which should have taken place between issues 1 and 2 of the title, although it was finally published in July 1972. After a fearsome battle between Nordic warriors and the Cimmerian, only two combatants are left: Hymdul of the House of Wulfhere and Conan, the Barbarian. After one final brawl, the young barbarian is the one and only victorious man, but now he’s also miles away from any living creature, and thus, in order to survive, there is still one more fierce struggle he must endure: the fight against the chilling cold of the Northern winds, the icy and shiny snow at his feet and the loneliness of the valley around him.

He walks, and he finds a girl of pale skin and hair of gold, barely dressed in thin and delicate silk. She’s “like dawn running naked in the snows”, and even in the freezing mountain Conan’s blood boils at the sight of her. He must have her, even though if he has to chase her until the far reaches of the world. The girl runs away from him, teasing him, laughing at him, and the Cimmerian, although tired and perhaps even wounded, runs after her: “Light as a feather, floating across a pool, the girl dances through the snow… her unshod feet leaving barely an imprint on the hoar-frost that overlays the crust…”.

Once again, Conan has been ambushed, and as two gigantic bearded men attack him, he has no choice but to slaughter them. The rage and bravery in Conan’s heart has allowed him to achieve the impossible: kill the sons of Ymir, brothers of Atali, the goddess of beauty who know, unprotected, understands the horror and the despair of her situation. This time, with renewed energies, Conan runs after her, and now, overwhelmed by fear, she can no longer escape him.

For the first time in eons, a mortal hand is laid upon the flesh of the most elusive goddess of creation. Gods, however, cannot allow humans to pretend to be more than they are, and so it’s time for a god to interfere with this unholy effrontery: A lightening hits Atali and she vanishes, as she had never existed. Concussed by the explosion, the Cimmerian wakes up hours later: Niord and his Aesirs have found him. The young barbarian describes a girl of inhuman paleness and astonishing beauty, and all the Aesirs agree that it had to be a dream, and nothing else. They do not pay attention to the words of old Gorm, a warrior who claims to have seen Atali once, when he was young. It’s then and only then that Conan raises his hand: “Then the warriors speak no more-- but stare in silence at the thing which still dangles from Conan’s clenched left fist-- a flimsy veil-- a wisp of gossamer that was never spun by human distaff!”.

The first page is a masterwork, it combines a peaceful sky and a majestic mountain with the aftermath of a brutal combat. I can almost imagine Barry Windsor-Smith finding inspiration in paintings such as “The Storm on the Sea of Galilee” by Rembrandt, which balances a calm although ominous sky with a violent and yet beautiful central image.

And then, we have a double page spread which works as a close up that takes the reader right into the foray, as we see the mutilated corpses of several men around Conan and his opponent. Cadavers piled up on top of the snow are a great contrast against the movement and agony of the living, it’s not unlike Goya’s series The Disasters of War, in which we see many dead bodies and survivors performing the most gruesome deeds.

Atali’s character is the essence of graceful movements and delicacy, and in these pages I find a certain influence from immortal artists such as El Greco, whose mannerist paintings of virgins dressed with flying veils is very similar to the image of the daughter of Ymir. Throughout all these pages, however, one constant remains: beauty, or rather, as Schilling used to call it, a sublime pathos that takes aesthetic concepts to a whole new level.

In recent years, other authors have attempted the impossible: trying to compete with the work of Barry Windsor-Smith, and so, there has been at least another “Frost Giant's Daughter”, but just like it happens with any other remake, it could never be on the same level as the original, not even close.    
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"La hija del gigante de hielo" es poesía visual pura. Hace más de medio siglo, Robert E. Howard escribió un poema sobre Atali, la más hermosa heredera de las nieves, la hija de Ymir, amo del invierno, dios de las razas nórdicas.

Roy Thomas adaptó este poema como una aventura de Conan que debió haber ocurrido entre el primer y el segundo ejemplar de este título, aunque finalmente fue publicado en julio de 1972. Luego de una sangrienta batalla entre los guerreros nórdicos y el cimerio, sólo quedan en pie dos combatientes: Hymdul de la Casa de Wulfhere y Conan, el bárbaro. Luego de un último embate, el joven bárbaro se alza victorioso, pero ahora se encuentra a millas de cualquier criatura viva, y por ello, para sobrevivir, debe librar una última lucha, más fiera que la anterior: pelear en contra del gélido frío de los vientos del norte, la helada y brillante nieve bajo sus pies y la soledad del valle que lo rodea.

Al caminar, encuentra a una chica de piel pálida y cabellos de oro, apenas vestida con una delgada y delicada seda. Ella es "como el alba que corre desnuda en las nieves", e incluso en la helada montaña, la sangre de Conan hierve al verla. Debe poseerla, incluso si tiene que perseguirla hasta los confines lejanos del mundo. La muchacha se aleja a gran velocidad, provocándolo, riéndose de él, y el cimerio, aunque está cansado y tal vez hasta herido, corre tras ella: "Liviana como una pluma que flota sobre un estanque, la chica danza a través de la nieve... sus pies descalzos apenas dejan huellas en la escarcha que cubre la corteza nevada".

Nuevamente, Conan ha caído en una emboscada, y cuando dos gigantes barbudos lo atacan, él los masacra. La furia y la valentía del corazón de Conan le ha permitido hacer lo imposible: asesinar a los hijos de Ymir, los hermanos de Atali, la diosa de la belleza que ahora, desprotegida, comprende el terror y la desesperación de su situación. Esta vez, con energías renovadas, Conan la persigue, y ahora, abrumada por el miedo, ella ya no puede escapar de él.

Por primera vez en eones, una mano mortal se ha posado sobre la carne de la diosa más elusiva de la creación. Los dioses, no obstante, no pueden permitir que los humanos pretendan ser más de lo que son, así que es momento de que un dios intervenga en esta afronta sacrílega: un rayo  impacta sobre Atali y ella se desvanece como si nunca hubiese existido. Golpeado por la explosión, el cimerio despierta horas después: Niord y sus asires lo han encontrado. El joven bárbaro les describe a una chica de palidez inhumana y asombrosa belleza, y todos los asires están de acuerdo en que debió haber sido un sueño y nada más. No prestan atención a las palabras del viejo Gorm, un guerrero que clama haber visto a Atali una vez, cuando era joven. Es entonces y sólo entonces que Conan levanta su mano: "Entonces, los guerreros no hablan más-- admiran en silencio el objeto que aún cuelga del apretado puño de Conan-- un frágil velo-- un jirón etéreo que jamás fue enhebrado en telares humanos".

La primera página es una obra maestra, combina un cielo pacífico y una montaña majestuosa con el desenlace de un brutal combate. Casi puedo imaginar a Barry Windsor-Smith encontrando inspiración en pinturas como "La tormenta en el mar de Galileo" de Rembrandt, que balancea un cielo calmado pero ominoso con una imagen central violenta y bella.

Y luego tenemos una página doble que sirve como un close up que nos permite meternos en la contienda, y vemos los cuerpos mutilados de varios hombres que rodean a Conan y a su oponente. Los cadáveres apilados encima de la nieve ofrecen un gran contraste frente al movimiento y la agonía de los vivos, algo que nos acerca a la serie de los estragos de la guerra de Goya, en la que vemos muchos cuerpos muertos y sobrevivientes cometiendo actos terribles.

El personaje de Atali es la esencia de los movimientos con gracia y la delicadeza, y en estas páginas encuentro una cierta influencia de artistas inmortales como El Greco, que con sus pinturas manieristas presentó vírgenes de velos flotantes, bastante similares a la imagen de la hija de Ymir. A través de estas páginas, sin embargo, una constante se mantiene: la belleza, o más bien, como la llamaba Schilling, el pathos sublime que lleva los conceptos estéticos a un nuevo nivel.

En años recientes, otros autores han intentado lo imposible: competir con el trabajo de Barry Windsor-Smith, y así, ha habido al menos otra "hija del gigante de hielo", pero como sucede con todos los remakes, jamás logró estar al nivel de la versión original, ni siquiera acercarse.